En la zona sur de Caras Galadon (en Lórien), en un jardín cerrado por una cerca verde se encontraba una larga escalera que descendía hasta una profunda cavidad verde por la que corría murmurando la corriente de plata que nacía en la fuente de la colina. En el fondo de esta cavidad sobre un pedestal bajo, esculpido como un árbol frondoso, había un pilón de plata, ancho y poco profundo, y al lado un jarro también de plata.

Este es el Espejo de Galadriel, que, como sabemos por El Señor de los Anillos, muestra mucha cosas. Para poder mirar en él, Galadriel llena el pilón hasta el borde con agua del arroyo y sopla por encima del pilón. Una vez que el agua está nuevamente tranquila, ya se puede mirar en el espejo.

¿Y qué es lo que se puede ver en el Espejo de Galadriel? Nada mejor que las propias palabras de Galadriel para explicarlo:

—Puedo ordenarle al espejo que revele muchas cosas —respondió ella— y a algunos puedo mostrarles lo que desean ver. Pero el Espejo muestra también cosas que no se le piden y éstas son a menudo más extrañas y más provechosas que aquellas que deseamos ver. Lo que verás, si dejas en libertad al Espejo, no puedo decirlo. Pues muestra cosas que fueron y cosas que son y cosas que quizá serán. Pero si fueron, son o serán, ni siquiera el más sabio puede decirlo.

Tal y como le explica Galadriel a Sam, se trata de la magia de Galadriel, magia de Elfos.

Sam, al mirar en el Espejo, ve cosas que ocurrirán en el futuro, entre ellas, la destrucción de los árboles y cómo el molino de Ted Arenas es sustituído por otro edificio y a Frodo dormido. Sin embargo, Frodo ve a Gandalf vestido de blanco, el mar, una fortaleza blanca con siete torres, un barco con velas negras... pero de repente Frodo vio un Ojo rodeado de fuego, que se movía buscando algo... a él. El Anillo Único que Frodo llevaba colgando del pecho se hizo más pesado y le obligó a inclinar la cabeza y el agua parecía empezar a calentarse.